Tradicionalmente, se ha difundido la idea de que la
población adolescente debe evitar por todos los medios recurrir al uso de
medicamentos hormonales utilizados como anticonceptivos, lo cual ya ha sido
cuestionado a raíz de la necesidad de utilizarlos en los programas de
prevención del embarazo y por estudios que prueban más beneficios que riesgos.
Modernamente se ha señalado como tema controversial, la
asociación del uso de anticonceptivos con cáncer de cuello uterino, efecto
sobre la densidad mineral ósea o alteraciones en el crecimiento.
De estos, solo el efecto sobre la densidad mineral ósea en adolescentes, permanece controversial en
relación con el uso de anticonceptivos que contienen estrógenos con dosis
menores a 30 µg o que contengan un antiandrógeno potente.
Sobre el cáncer de cuello uterino, los estudios ya han
validado la asociación con el uso precoz de anticonceptivos y no se ha definido
si, más bien, tiene relación con el inicio precoz de relaciones sexuales,
faltando establecer como es la asociación, en caso se incluyan en los estudios
a las adolescentes que inicien relaciones sexuales y utilicen la llamada “doble
protección”.
Del mismo modo, no se ha podido demostrar que los
anticonceptivos tengan algún papel en el cierre precoz de los cartílagos de
crecimiento, por lo que no parecen ser responsables de algún defecto en la
talla final de las adolescentes.
En cuanto a los efectos sobre la densidad mineral ósea, los
efectos de los anticonceptivos, están en relación con el uso corto o prolongado,
sobre todo en el caso de anticonceptivos que contengan un antiandrógeno
potente, que se usa generalmente para el tratamiento de las alteraciones
menstruales asociadas al Ovario poliquístico y a los signos de
hiperandrogenismo.
En estos casos, se espera un gran efecto antiandrogénico,
pero se teme por el efecto contrario sobre el tejido óseo, por lo que el
especialista tiene que asegurarse de que el producto contenga una dosis de
estrógeno superior a los 30 µg y así asegurar la estabilidad en la densidad mineral
ósea, en tanto dure el tratamiento o la necesidad de anticoncepción.
Una combinación de Etinil estradiol 35µg más acetato de
ciproterona, etinil estradiol 30 µg más
drospirenona o etinil estradio 30µg más dienogest, son las terapias más
recomendadas para el manejo de los trastornos menstruales en adolescentes
asociados a los ovarios poliquísticos y
signos de hiperandrogenismo como acné e hirsutismo, aparte de otras medidas
generales como la dieta, el ejercicio y el manejo del stress.
Tomando en cuenta esas consideraciones, toda adolescente que
se va a iniciar en la anticoncepción, debe hacerlo con combinados que contengan
al menos 30 µg de etinilestradiol, y no bajas dosis como se pensaba
anteriormente, y reservar éstas últimas para las que expresen una
intolerancia a los estrógenos en los primeros ciclos de uso.
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